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Para el año 2020 según datos del informe poblacional del INEGI 2019, se estima en México que la cantidad de jóvenes de entre 15 y 29 años ascienda a los 30.6 millones, quienes representarían en ese caso un 25.7 % del total poblacional de nuestro país. De ese porcentaje un monto cercano al 51 % lo comprenden las mujeres y el restante 49 % está conformado por los hombres.

A sabiendas de que conforman poco más de un cuarto del total de la población en nuestro país, es importante preguntarse, ¿qué relevancia tienen los jóvenes en la vida democrática de México? Mucha. En palabras de la UNICEF, nunca hubo en el mundo una población joven tan grande. El Banco Mundial ha identificado en este estrato poblacional la participación política como una actividad esencial en la transición hacia una vida plena y sana.

Img La participación de los adolescentes y los jóvenes en el desarrollo social de México y la proyección de los mismos en la vida del país.

Desafortunadamente es este sector de nuestra comunidad quien más desapego y desinterés muestra en temas de política y vida púbica. Es notorio que su participación en materia social se ha acrecentado, siendo este un gran paso para su acercamiento a la política de las comunidades; sin embargo, su renuencia en temas electorales o políticos ha obligado a las instituciones a crear medidas y adaptar mecanismos que permitan cerrar las brechas de acercamiento a fin de que estos, ejerzan los derechos políticos y de opinión que les otorga nuestra Constitución.

En México se ha intentado abrir paso a las tecnologías de la información para que siendo estas el medio, se fortalezca la vida legislativa, abriendo y conservando sanos canales de comunicación entre los ciudadanos y sus representantes. No sólo se presentan por este medio eventos relevantes para el crecimiento de la vida democrática, sino que, siendo un canal de comunicación con la población abierto las 24 horas del día y todos los días de la semana, se intenta acercar la política hasta el lugar de preferencia de los jóvenes, para que se interesen en ella, opinen al respecto y se acerquen.

Las nuevas tecnologías permiten la retroalimentación entre los ciudadanos y las personas que desempeñan labores en el cargo público. Una de las ventajas de esta retroalimentación radica en que, por el sabido hartazgo de los jóvenes en temas de esta materia, la evitan. La retroalimentación casi en tiempo real nos da a todos la oportunidad de escuchar y tratar de entender que piensa la juventud y cuales son las ideas frescas que pudieran cambiar el rumbo y dirección de la democracia en nuestro país.

Existe un poco atendido sentido de pertenencia de la juventud hacia los temas de la vida democrática. En lo usual, se piensa que estos son propios sólo de la adultez por lo que las instituciones deberán crear mensajes atractivos, así como programas que, desde la simpleza, permitan que este sector de la sociedad busque acercarse fuera de los estigmas que envuelven a la política en nuestro país. El rechazo tiene un fundamento; la corrupción y el poco interés, que consideran los jóvenes, tienen las autoridades sobre los verdaderos temas que aquejan a la sociedad.

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Si se quiere tener ciudadanos jóvenes interesados en la vida democrática de su país se deberán resolver primero las carencias que limitan a nivel global el desarrollo de sociedades democráticas prosperas. Existen restrictivos que se deben trabajar para que se reduzcan las imposibilidades de participar. Garantizar una educación plena a nuestros jóvenes tiene una repercusión inmediata en la forma en que se vive y se decide en una nación. Una juventud más educada estará mayormente posibilitada para la toma consiente e informada de decisiones.

En segunda instancia se debe fomentar la escucha y cercanía activa para los temas que mueven a las juventudes. Aunque los temas sociales son su mayor interés, es a partir de estos que nacen nuevos caminos y rumbos a seguir para mejorar la calidad de vida de la población. Temas como el matrimonio igualitario, la legalización del aborto, el feminismo y la equidad, garantizan que esta población plantee nuevas formas para legislar.

Una repartición equitativa de oportunidades es también uno de los idílicos para la juventud. Sin las anteriores no se podrá llegar a un estado de bienestar general, justo uno de los temas centrales alrededor de la democracia. Garantizar que la opinión y visión de todos sea considerada sin importar las condiciones sociales, educativas, demográficas, culturales o hasta económicas alentará en gran medida a que se propongan más y mejores temas respecto de la vida pública de nuestras comunidades.

La vida democrática no puede prescindir de quienes en un futuro serán los que muevan los motores de nuestra sociedad. Escucharlos y hacerlos parte de esa vida no puede postergarse; pensar y actuar por ellos es un tema urgente porque serán ellos quienes vivan ese futuro. Son ellos quienes deberían proponer, desde la frescura de sus ideas, el camino que nuestras entidades deberían seguir.

La participación de las y los jóvenes constituye así un camino fundamental para avanzar en una democracia de ciudadanía, para lo cual se requiere un compromiso firme del conjunto de los actores de la sociedad para promover liderazgos emergentes que contribuyan al avance de los derechos de todas y todos, la participación y el empoderamiento ciudadano para una mejor calidad de nuestras democracias.

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De acuerdo con datos de la Secretaria de Gobernación, el 31.4% de la población en México son jóvenes entre los 12 y los 29 años de edad, lo que implica más de 37 millones de personas que se preparan para convertirse en el futuro del país.